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miércoles, 19 de noviembre de 2014

jueves, 13 de noviembre de 2014

UNIFICACIÓN DE ITALIA

Italia estaba dividida en Estados desiguales en tamaño e importancia y algunas zonas (Lombardía y Véneto) estaban bajo dominio austriaco.
Hacia 1830 se formó un movimiento nacionalista, el Risorgimento, con Giuseppe Mazzini al frente y su organización, la Joven Italia, que planteaba la unificación con la creación de una república democrática, unitaria y laica la que se llegaría mediante una insurrección popular.
En el Piamonte, Cavour, jefe de gobierno, y el rey Victor Manuel II de Saboya, impulsaron una estrategia moderada para la unificación gracias a su consolidación como un Estado fuerte, moderno e industrializado, capaz de poseer un ejército y una diplomacia.
Sin embargo, la unidad italiana resultaría de la complementariedad de ambas estrategias.
Por un lado, Cavour consiguió, con ayuda francesa, derrotar a los austriacos (1859), anexionar la Lombardía y los Estados centrales (1860). A la acción militar se añadió la diplomática, que supuso la cesión de Niza y Saboya a Francia, a cambio del reconocimiento del nuevo reino de Italia.
Por otro lado, un republicano mazziniano, Giuseppe Garibaldi, emprendió la conquista del sur, en el Reino de las Dos Sicilias, con un ejército que consiguió el apoyo popular. Para no dividir el movimiento nacionalista, Garibaldi renunció a la perspectiva republicana y cedió a Víctor Manuel II las conquistas realizadas, reconociéndole como rey de Italia (1861).
La unidad se completó con la anexión del Véneto (1866) tras derrotar a los austriacos, y la conquista de los Estados Pontificios (1870) a pesar de la oposición del Papa, que quedó recluido en el Estado del Vaticano.

El nuevo Estado tuvo que enfrentarse a tres grandes problemas:
· la hostilidad del Papado
· el contraste entre un norte industrializado y un sur agrario y atrasado
· el carácter incompleto de la unidad, pues Istria y Trento permanecían bajo dominio austriaco.

Os dejo un vídeo sobre la unificación italiana:

UNIFICACIÓN DE ALEMANIA

Desde finales del siglo XVIII, los componentes culturales del nacionalismo alemán quedaron establecidos por los filósofos Herder y Fichte, y fueron reforzados con el romanticismo. La afirmación de la existencia de un ser propio del pueblo alemán convivió con la presencia de núcleos liberales y democráticos que reclamaban la construcción de una nación basada en la voluntad de los ciudadanos. Con estas bases ideológicas se inició un proceso que conduciría a la formación del Estado-nación alemán.

El Congreso de Viena había establecido la Confederación germánica, que aglutinaba 39 Estados, con la presencia de dos poderosas potencias, el reino de Prusia y el Imperio austriaco. El primer paso hacia la unificación fue la creación del Zollverein o Unión Aduanera (1834), que estableció un mercado de libre circulación comercial formado por 26 millones de personas. En el Zollverein se integró Prusia, pero no Austria, y empezó a evidenciarse que sería Prusia el Estado que dirigiría el proceso unificador.

Durante la revolución de 1848, los sectores liberales y democráticos consiguieron formar un Parlamento en Frankfurt, con representantes de los distintos Estados elegidos por sufragio universal, que ofreció la Corona de la posible Alemania unificada al rey de Prusia, Federico Guillermo IV. Pero la monarquía prusiana rechazó la oferta y cualquier vía democrática hacia la unificación e impuso la estrategia del canciller Otto von Bismarck (1862): Prusia dirigiría la unificación a partir de su supremacía económica y militar. Esta estrategia comportó una primera guerra con Dinamarca (1864), por la que se anexionó los ducados de Schleswig y Holstein, y otra contra Austria, a la que derrotó en 1866. Por último, una guerra contra Francia (1870-1871) permitió cohesionar los Estados germánicos contra un enemigo común, al que derrotó en Sedán.

La victoria militar culminó con la proclamación del Segundo Reich y de Guillermo I como emperador (1871). La unidad se tradujo en una estructura confederal con el dominio de Prusia, que imprimió una ideología conservadora y militarista al nuevo Estado. Asimismo, la unificación dejó por resolver dos importantes cuestiones: la dualidad religiosa entre el luteranismo del norte y el catolicismo del sur, y el carácter inacabado de la unificación al no integrar a los alemanes de Austria, frustrando la consecución de la Gran Alemania

miércoles, 12 de noviembre de 2014

REVOLUCIONES LIBERALES

La revolución de 1820
Durante la Restauración, los liberales pasaron a la clandestinidad y se organizaron en sociedades secretas como los masones, los carbonarios o los decembristas, que formadas por intelectuales y profesionales liberales, se consideraban herederas de la Ilustración y preconizaban la insurrección contra el absolutismo.
Esta estrategia provocó una oleada revolucionaria hacia 1820 que triunfó en España, Portugal, Nápoles y Piamonte, abriendo un corto período liberal que fue sofocado por la Santa Alianza en 1823 con una dura represión.

La revolución de 1830

Hacia 1830 una segunda oleada revolucionaria, la intervención popular favoreció la derrota del poder aristocrático en Europa occidental.
En Francia, la revolución significó el derrocamiento de los Borbones y la implantación de una monarquía constitucional, con Luis Felipe de Orleans. Su influencia comportó la independencia de Bélgica y un movimiento de independencia en Polonia que fue aplastado por el ejército ruso.
Hacia 1840 se impuso un liberalismo moderado dominado por la gran burguesía y la aristocracia, defendiendo el sufragio censitario y la limitación de ciertas libertades, y marginando a la pequeña y mediana burguesía y a las clases populares.

La revolución de 1848: Una experiencia democrática y social
En 1848 el rey de Francia, Luis Felipe de Orleáns, restringió el derecho de reunión y de libertad de prensa por lo que se produjo un levantamiento que acabó con la proclamación de la República y la formación de un gobierno provisional participado por republicanos, socialistas y radicales que impulsó el sufragio universal masculino, la supresión de la esclavitud, la abolición de la pena de muerte y la intervención del Estado en economía garantizando el trabajo a los parados con la creación de los Talleres Nacionales.
Pero las elecciones dieron como resultado un gobierno republicano moderado, que cerró los Talleres Nacionales y acabó con las reformas sociales provocando una insurrección popular en junio de 1848, que enfrentó a burguesía y proletariado.
La rebelión fue aplastada y la burguesía buscó un gobierno de corte liberal frente a las aspiraciones populares. Así, en diciembre accedió al poder Napoleón III proclamando el Segundo Imperio en 1851.
El impacto de la revolución fue muy importante. En Europa oriental, excepto en Rusia, supuso la abolición del feudalismo, mientras que en Europa occidental abrió las puertas a los nuevos ideales democráticos, que defendían la soberanía popular y el sufragio universal masculino frente al sufragio censitario.

lunes, 10 de noviembre de 2014

NACIONALISMO

Las revoluciones liberales desarrollaron el concepto de nación, que se definía como el conjunto de ciudadanos ligados por una historia, una lengua y una cultura común y por la voluntad de regirse por las mismas leyes e instituciones.
El mapa europeo, tras el Congreso de Viena, fijaba 6 Estados, 3 imperios y más de 30 comunidades culturales sin Estado, destacando la alemana y la italiana.
En algunos países (Portugal o Dinamarca), la nación se correspondía con el Estado, y en otros (España, Francia o Gran Bretaña), el Estado incorporaba diversas nacionalidades.
Alemania e Italia se hallaban divididos en diversas entidades políticas y los nacionalistas deseaban unir en un solo Estado todos los territorios.
En los imperios austriaco y turco movimientos nacionalistas polacos, húngaros, checos y griegos buscaban la independencia.

Primeros movimientos nacionalistas
Grecia inició una insurrección independentista que recogía el rechazo de la población al dominio político, cultural y económico turco. En 1822, en el Congreso de Epidauro se reunieron representantes de toda Grecia para proclamar su independencia, no aceptada por Ios turcos hasta 1829. La ayuda de Francia, Gran Bretaña y Rusia, para debilitar al Imperio otomano y conseguir la libre circulación por el Bósforo, fue decisiva.
Bélgica se independizó de los Países Bajos tras una guerra civil contra los holandeses. En 1831 se formó un gobierno provisional reconocido por las grandes potencias y que, con su ayuda, se impuso al ejército holandés. La monarquía constitucional belga fue reconocida por Holanda en 1839.

La "primavera de Los pueblos"
La revolución de 1848 tuvo un importante contenido nacionalista en el Imperio austriaco, ya que una insurrección, conocida como la "primavera de los pueblos" iniciada en Viena ese año provocó la caída de Metternich, la elección de una Asamblea Constituyente mediante sufragio universal, la abdicación del emperador y la emergencia de movimientos nacionalistas en Praga, Polonia y Croacia, que reclamaban su identidad, el respeto a la diversidad lingüística y cultural y la igualdad de derechos entre los distintos pueblos. En la Lombardía y el Véneto se reclamó la retirada de los austriacos y Hungría proclamó su independencia, iniciando una guerra con Austria, que no la aceptó.
Aunque todos estos movimientos fueron derrotados, el Imperio austriaco debió introducir reformas estableciendo un sistema liberal moderado, con sufragio censitario. Además, la presión nacionalista consiguió provocó que en 1867 el Imperio se convirtiera en una monarquía dual, con dos Estados, Austria y Hungría, unidos por una persona, el emperador de Austria y el rey de Hungría.

domingo, 9 de noviembre de 2014

sábado, 8 de noviembre de 2014

domingo, 2 de noviembre de 2014

LIBERALISMO Y NACIONALISMO

Os dejo una presentación de esta época:

sábado, 1 de noviembre de 2014

CONGRESO DE VIENA

Las potencias vencedoras de Napoleón se reunieron en el Congreso de Viena (1815) con Metternich como inspirador de la Restauración.
Su objetivo era acabar con la soberanía nacional y el constitucionalismo.
El retorno al absolutismo se fundamentó en el rechazo a la Revolución y en el legitimismo, que reconocía el derecho de los monarcas derrocados por Napoleón a recuperar su trono.
En algunos países se hicieron concesiones para atraerse a la burguesía, partidaria de reformas. En Francia, Luis XVIII promulgó una Carta otorgada, que reconocía dos cámaras parlamentarias con atribuciones limitadas. En el Imperio austriaco, en Rusia y en España, la Restauración supuso el pleno restablecimiento del Antiguo Régimen, mientras que en Gran Bretaña se mantuvo el sistema parlamentario.

La reordenación del mapa europeo
En el Congreso de Viena se remodelaron las fronteras de Europa en función de los intereses de las potencias vencedoras.
Los grandes beneficiarios fueron los imperios ruso y austriaco, y el reino de Prusia.
Gran Bretaña mantuvo su hegemonía marítima y Francia volvió a las fronteras anteriores a 1789.
Además, se estableció que se celebraran congresos para solucionar las posibles alteraciones territoriales y que los Estados absolutistas tuvieran derecho de intervención si se sentían amenazados por una revolución liberal gracias a la Santa Alianza, formada por Prusia, Rusia y Austria.