Los colonos americanos estaban descontentos ante una metrópoli que no les permitía enviar representación al Parlamento inglés, les obligaba a pagar impuestos, les imponía un monopolio comercial sobre su territorio.
El detonante para la rebelión, que se inició en 1773, fue la decisión británica de otorgar el monopolio de la venta de té a una compañía inglesa. Para mostrar su desacuerdo, los colonos americanos de Boston tiraron varios cargamentos de té al mar. El rey Jorge III envió al ejército a sofocar la rebelión.
El 4 de julio de 1776, representantes de las trece colonias, reunidos en Filadelfia, redactaron la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que expresaba el deber de los gobernantes de respetar los derechos inalienables del pueblo.
La guerra con la metrópoli fue larga, y el Reino Unido no reconoció la independencia hasta 1783, cuando George Washington fue proclamado primer presidente de EE. UU.
En 1787, el nuevo Estado americano redactó la primera Constitución escrita de la historia que:
- Aseguraba la separación y el equilibrio de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial),
- Establecía una forma de gobierno republicana, con amplios poderes para el presidente, y una estructura federal para el nuevo Estado.
- Garantizaba la libertad de religión, de prensa, de expresión, de reunión, y el derecho a ser juzgado por un jurado.
- Asimismo, nadie podía ser privado de su vida, de su libertad o de su propiedad, sin un procedimiento judicial adecuado.
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