La necesidad de capital para fundar o ampliar empresas o el deseo de reducir el riesgo económico, provocó la creación de sociedades mercantiles, agrupaciones de inversores para aportar el capital y repartirse los beneficios.
La sociedad anónima es la más extendida. Consiste en la división del capital en participaciones (acciones), adquiridas por diferentes accionistas, que pueden venderse y dan derecho al cobro de la parte del beneficio no reinvertido (dividendo).
La emisión de nuevas acciones y su compraventa se realizan en la bolsa, institución financiera que se rige por la ley de la oferta y la demanda. Si existen muchos compradores y pocas acciones a la venta, su cotización sube, cuando ocurre lo contrario, su valor disminuye.
El desarrollo industrial comportó la diversificación de los bancos que captaron el ahorro privado con depósitos y suministraron capital para la industria.
Ayudaron a facilitar los pagos y los intercambios, gracias a la emisión moneda, aunque los Estados, para controlar la circulación de billetes, dieron el monopolio a los grandes bancos nacionales.
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