El aumento de la demanda de productos desde el siglo XVII estimuló a comerciantes y artesanos a buscar nuevos sistemas productivos que escaparan del control gremial, que no permitía un gran margen de beneficios.
Pronto, en Gran Bretaña, se empezó a extender el trabajo doméstico, domesic system, que consistía en que un artesano-comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo a una familia campesina para que elaborase los productos en su propio domicilio. Después, el comerciante, que pagaba por pieza elaborada, se encargaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales.
Durante el siglo XVIII se difundieron las manufacturas, donde se elaboraban artículos de lujo. Aunque el proceso de producción era manual, concentraba a un número muy elevado de trabajadores a sueldo y bajo un mismo techo, por lo que constituyen un precedente de las fábricas modernas.
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